sábado, 31 de octubre de 2009

“Dogville” de Lars Von Triers (2003)




Voy para atrás con las críticas de cine y totalmente fuera de tiempo, pero me dio ganas de hablar de esta película que, al menos yo, he visto recién ayer.
Ciertamente, no me gustó el film.
Si el intento es hacer una crítica a la naturaleza humana, conozco formas más sutiles que tienen similar efecto.
En concreto, dice que todos llevamos dentro y más o menos reprimidos el gen de la crueldad y el despotismo. Listo para emerger en la primera oportunidad.
Creo que el mensaje sería mucho más efectivo si no se lo hubiera simplificado tanto. Sin más, Dogville, nos sitúa en un pueblo minúsculo, cuyos pobladores viven vidas estereotipadas y reprimidas en el seno de una sociedad sectaria y tradicionalista. Hasta que una joven foránea llega a trastocar las rutinas y necesidades del pueblo a tal punto, que absolutamente todos los inocentes y pobres aldeanos, se transforman en miserables tiranos.
Casi como una historia de cenicienta sin príncipe azul, sino fuera por el (casi predecible final) en el cual la justicia cobra una extraña y muy americana venganza.
Entonces, se plantea la teoría de que perdonar a otras personas actitudes que uno no se perdonaría a si mismo, es una forma de arrogancia y condescendencia con el otro.
Desde el punto de vista de la estética y la luz, me pareció muy interesante y a pesar de la escenografía minimalista, el film acaba por enganchar y casi hacer olvidar a la audiencia el hecho de que básicamente, no hay tal escenografía.
No lo sé, he leído algunas críticas donde defienden el hecho de que el director trata de demostrar que la sociedad manipula y oprime al individuo cuando tiene oportunidad de ello. Sin embargo, yo veo acciones individuales, enmarcadas en una sociedad, pero primeramente individuales y me parecen las más despóticas. No creo que haya una crítica al ente abstracto de la sociedad o a los individuos que somos en ella, sino directamente a lo que el ser humano es, pues muchas de las actitudes, se desarrollan fuera de “la mirada del otro”.
Bien por el ánimo de provocación, pero creo que el debate sobre la bondad y la maldad del género humano es demasiado rico para simplificarlo de esta manera.

jueves, 22 de octubre de 2009

Lo que es la felicidad...



Por la noche, luego del siempre agotador triathlon estudio-trabajo, tras correr detrás del autobús, zambullirme en el mar de obligaciones y tratar de sortear todos los obstáculos cotidianos.. Cada noche, finalmente, el L94 llega a Plaza Catalunya. Son las 22.30 en Barcelona. Conecto el mp3 y bajo caminando por la Rambla. Verano-primavera-otoño-invierno están allí los artistas callejeros, apostándose al todo o nada por conseguir una sonrisa y una moneda. La gente va y viene animada. Tengo los mismo problemas que antes, pero por unos minutos se me han olvidado. Me detengo a observar las expresiones de la gente. Ahora suena Silvio, León o tal vez Joaquín. Son las 22.45 y sé que ya estará mi nueva familia en casa, esperándome para cenar y tal vez, también estén los nuevos amigos, esos que a veces se parecen tanto a los viejos. Acelero un poco el paso.
Empieza a refrescar pero por algún motivo no tengo frío. Por un minuto, sufro un breve viaje al pasado.. recuerdo la soledad de la llegada, los tropezones y las caídas, los encuentros y desencuentros. Recuerdo las sensaciones encontradas, los sacrificios y los sueños que aún cargo en la mochila.. me sonrío y sigo caminando. Ahora y por este breve lapso que se traza entre el tiempo vivido y el tiempo pensado, soy conscientemente feliz, feliz de estar donde estoy y feliz de ser quién soy...
Sé que eventualmente llegaré a casa, intercambiaré risas, opiniones o llantos... eventualmente, los problemas y las soluciones consumirán mi tiempo... y sé que eventualmente y hasta mañana, volveré a olvidar lo que es la felicidad.