viernes, 24 de mayo de 2013

Se acabo la libertad y empezaron las obligaciones...



Una de mis escenas favoritas de unas de las mejores obras de Aristarain. La exposición más clara de la personalidad de cada uno de los cuatro integrantes de la trama y una buena dosis de cinismo... una fórmula habitual del director para hacer más digerible nuestra propia existencia dentro de la sociedad. Aunque basado en posturas extremas, resulta una buena reflexión de sobremesa respecto al lugar que cada uno de nosotros ocupa en el sistema y a las opciones que se nos ofrecen para desarrollar nuestras pasiones.

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