La cordial se desmorona..

Desde que tengo memoria, los jóvenes santafesinos han buscado alternativas nocturnas a la escasez de ofertas de la ciudad. En los últimos años, sin embargo, la aparición de bares y lugares de ocio empezó a cambiarle la cara a la cordial.
Ya hace tiempo que Santa Fe tenía propuestas, que podíamos quedarnos en la ciudad ir a un bar, después a un pub y si te animabas, llegar hasta el boliche.
Ahora dicen que los pubs y comedores bailables no están reglamentados, que son boliches encubiertos, que la inseguridad o que se yo que historias. Los pubs llevan años en la ciudad y en casi todas las ciudades del mundo que se precien de tener una oferta de ocio competitiva.
Lo que me parece increíble es que la respuesta a la constante crisis económica y de trabajo en nuestra ciudad sea atacar a los comerciantes, cerrar fuentes de trabajo y convertir la ciudad en un desierto.
Los pubs existen en todas las ciudades del mundo y jamás han sido considerados una competencia desleal ni una amenaza para ninguno de los otros rubros ni mucho menos para la seguridad o los jóvenes.
El tiempo que viví en Dublín fue una de las muestras más claras de la cultura del pub. Ese espacio de encuentro del que puedes disfrutar desde temprano para bailar y divertirte sin necesidad de esperar hasta las 2 o 3 de la mañana que los boliches abran sus puertas.
También en Barcelona la noche comienza cuando abren los bares y los pubs y se prolonga hasta que el último boliche cierra sus puertas. Hay reglamentaciones, aquí y en todas partes del mundo y hoy por hoy, por ejemplo, en la parte más céntrica de la ciudad es imposible instalar más locales con los mismos fines. Así se regula sensatamente, se reglamenta el sector, se previene prohibiendo la apertura de nuevos locales sobre un mercado ya saturado y se controla.
Pretender regular retrospectivamente, cerrando locales ya instalados y consolidados en la ciudad no solo es una falta de respeto para los comerciantes, sino para todos los ciudadanos que al menos debemos exigir sensatez y sentido común a nuestros políticos, para que no conviertan nuestra ciudad en un desierto administrativo ni atropellen indiscriminadamente los derechos adquiridos de los trabajadores.